En el matrimonio existen actitudes positivas y negativas de parte del esposo y de la esposa que pueden ayudar y fortalecer la relación o viceversa.

Compartiremos contigo dos actitudes que nutrirán tu matrimonio:

La primera actitud: respeto

¿Recuerdas la primera vez que tuvieron una pelea y preferiste guardar silencio? O por lo menos ¿no alzaste la voz? Lo hiciste por respeto, ¿verdad?
La actitud “respeto” hacia lo que él es o ella es, decide, hace y opina es básica para que la relación de pareja no sufra heridas que con los años si no se cuidan pueden volverse en verdaderas llagas que jamás podrán cerrarse.

El famoso filósofo Dietrich Von Hildebrand llamaba al respeto “la madre de todas las virtudes”, e insistía en que el respeto es la clave para una vida feliz y desde luego para un matrimonio feliz. Solo una mujer que respeta tiene la capacidad de adoptar la actitud correcta hacia su esposo, hijos y Dios.

La segunda actitud: admiración

¿Podrías hoy recordar la admiración que sentiste por él cuando tenían sus primeras conversaciones?, tal vez lo admiraste por su forma de ser con su mamá, o por lo buen estudiante que era, o quizá porque ya era un alto ejecutivo.

Tal vez no fuera nada de eso lo que te cautivó sino más bien su forma de estar en los detalles. La actitud “admiración”, amiga tú y yo lo sabemos, es fundamental para decidirte cada día querer seguir con amor y verdadero compromiso al lado de tu pareja.

Es lamentable ver como hay mujeres que se casan muy enamoradas y a medida que el tiempo pasa van perdiendo poco a poco la admiración que un día dijeron sentir por su esposo.

CONCLUSIONES:

Recordemos las palabras del salmista cuando dijo: “Si el Señor no edifica la casa en vano trabajan los que la edifican”. El matrimonio es el mejor lugar para cambiar malos hábitos o el comportamiento ofensivo. En algún momento tu esposo te ha mencionado alguno. Pregunte si hay algo que has estado haciendo que el preferiría que no lo hicieras más.

Recordemos las palabras del profeta Isaías cuando dijo: “pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.”