¿Como madre deseas tener hijos menos rebeldes?
Hoy compartiremos contigo algunos consejos al respecto para poder criarlos mejor:
1- No explotes, mantén la compostura. Ante un berrinche es normal sentir rabia y querer reprenderlos con firmeza, pero, eso no es sinónimo de alzar la voz o llegar a los golpes. Habla con ellos seriamente y no demuestres duda al regañarlos. Si lo haces de manera violenta, pueden cerrarse a la comunicación y si lo haces de manera dubitativa, entonces solo tomaran como relajo lo que les estés diciendo.
2- Establece límites. Para vivir en armonía, es necesario colocar ciertas normas de obligatorio cumplimiento. Acorde a su edad, deben cumplir algunas pautas, por ejemplo, una hora de llegada a la casa o no colocar música tan alta. No exageres con los limites, solo impón los que sean realmente importantes para que no les sea tan difícil obedecer.
3- Pasa tiempo con tus hijos. A veces por trabajo o estudio, se reduce el tiempo de calidad con los hijos y puede que esa sea una causa de rebeldía, un grito desesperado por atención. Ve al cine, habla con ellos, pregúntales como estuvo su día, que siente, y eso ayudará a entablar una comunicación entre ambos. El desarrollo emocional e intelectual de los niños mejora con la dedicación que se les dé.
4- No toleres faltas de respeto ni groserías. A veces las madres obvian las malas palabras o los gritos de sus hijos, alentando inconscientemente su carácter altanero. No rías cuando hagan alguna maldad, no temas reprender e imponer un castigo cada vez que se extralimiten en sus respuestas. Tú eres la autoridad y siempre deben guardarte respeto.
CONCLUSIONES:
Con amor y dedicación siempre lograrás establecer una conexión con tus hijos entenderlos y sacarlos de la confusión que pueda tenerlos en constante rebeldía. Recordemos las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: “ámense los unos a los otros respetándose y honrándose mutuamente”. A la hora de criar a nuestros hijos este ingrediente no puede faltar: el amor. Que en nuestra vida cristiana y especialmente como hijas de Dios nunca nos falte este sentimiento el más grande de todos. El mayor ejemplo de aquello Jesús quien dio su vida por nosotros. Imitemos entonces ese ejemplo en todas nuestras acciones.