Hoy te contaremos la historia de 2 semillas que nos dejaran grandes enseñanzas.

Dos semillas estaban juntas en el suelo primaveral y fértil. La primera semilla dijo:

—¡Yo quiero crecer! Quiero hundir mis raíces en la profundidad del suelo que me sostiene y hacer que mis brotes empujen y rompan la capa de tierra que me cubre… Quiero desplegar mis tiernos brotes como estandartes que anuncien la llegada de la primavera… ¡Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío de la mañana sobre mis pétalos! Y así creció.

La segunda semilla dijo:

—Tengo miedo. Si envío mis raíces a que se hundan en el suelo, no sé con qué puedo tropezar en la oscuridad. Si me abro paso a través del duro suelo puedo dañar mis delicados brotes… Si dejo que mis capullos se abran, quizá un caracol intente comérselos… Si abriera mis flores, tal vez algún chiquillo me arrancara del suelo. No, es mucho mejor esperar hasta un momento seguro.

Y así esperó.

Una gallina que, a comienzos de la primavera, escarbaba el suelo en busca de comida encontró la semilla que esperaba y sin pérdida de tiempo se la comió.

Nuestra moraleja:

A los que se niegan a arriesgarse y a crecer los devora la vida.

CONCLUSIONES:

Dijo en una ocasión el apóstol pablo: 1 Corintios 13:11-13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

Estas palabras las podemos hacer también nuestras. Dejemos a un lado temores y situaciones de nuestra propia vida que nos han impedido avanzar. Dejemos de ser aquellas mujeres conformistas que quizás nos hemos acomodado a situaciones en las que no estamos creciendo, no estamos conduciendo nuestra vida hacia mejores lugares.
Quizás nuestros sueños y nuestras metas las hemos puesto en otras personas, pero no estamos haciendo nada por nosotras mismas. No seamos como aquella semilla llena de temores de nuestra historia. Pensemos que Dios esta con nosotras, que Él está sosteniendo nuestra mano y que podemos emprender y hacer cosas que quizás nunca antes las hemos hecho. Comencemos a actuar, demos ese pasos de fe y vendrán mejores momentos para cada una de nosotras.