1. Que tras coquetear con ellos, les ignoramos: Es un juego que a los hombres no les hace gracia. Preferirían que fuésemos directas: que si les gustamos, se lo hagamos saber sin tantos enredos. No les gusta nada ese jueguecito de adolescentes inmaduros en el que nosotras nos hacernos querer para luego ponernos duras esperando a ver si vienen detrás de nosotras.

2. Que tenemos fantasías románticas irrealistas: Parece que los hombres consideran que por lo general, hemos leído demasiadas novelas románticas o visto demasiadas películas de romanticismo hollywoodense. Porque nuestras expectativas van más allá de la vida real, esperando extraordinarias vivencias de pareja.

3. Que no comprendemos que necesiten tiempo a solas: Los hombres tienen ciertos hábitos para los que les gusta estar solos, sin que les molesten. Esto suelen ser aficiones; por ejemplo, que le guste montar maquetas, limpiar su vehículo, jugar al golf, ver fútbol en la tele, jugar con la consola, salir de pesca o caza, etc. No te pongas celosa cuando quiera tener ese tiempo a solas, lo necesita, es su pasión: algo que le satisface, su forma de escapar por un rato de los problemas diarios. Si le quitas ese rato se acabará consumiendo por la ansiedad y frustración de las cosas cotidianas.

4. Que nos preocupa lo que piensan, no lo que hacen: Para empezar, los hombres le tienen pánico a esa pregunta de “¿en qué estás pensando?” a sabiendas de que no aceptaremos la respuesta más auténtica: “en nada”. Siempre asumimos que es mentira, que están pensando en algo, “lo sabemos”. La cosa es que los hombres no funcionan como nosotras; ellos no funcionan motivados por pensamientos sino por acciones.

APLICACIÓN:

Dijo el apóstol Pablo en una oportunidad: »¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama. ¿Cómo te atreves a decirle a otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en tu ojo tienes una rama? ¡Hipócrita! Primero saca la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro.»” Mateo 7:3-5.