Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba soñando despierta.
Pensaba: “Esta leche dará mucha nata, la cual batiré hasta convertirla en una mantequilla que me pagarán muy bien en el mercado.
Con el dinero me compraré un canasto de huevos y pronto tendré pollitos. Cuando crezcan los venderé a buen precio, y con el dinero me compraré un vestido nuevo.
Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y el hijo del molinero querrá bailar conmigo. Pero no voy a decirle que sí a la primera.
Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza”. La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo y la lechera se quedó con nada.
Lección: No esperes a tener para actuar.
Muchas veces, los emprendedores “pecan” por soñadores; es decir, se imaginan todo lo que podrán hacer… una vez que tengan dinero, una vez que se posicionen en el mercado, cuando consigan a sus primeros cien clientes, cuando le ganen a la competencia, el día que levanten capital, entre otros
No te dejes caer en estas ilusiones y esperar a que tengas lo que soñaste para actuar. Un verdadero emprendedor sueña, pero tiene los pies en la tierra, y sabe que para lograr lo que siempre ha querido tiene que actuar… ahora.
CONCLUSIONES:
Muchas de nosotras nos hemos acostumbrado a que nos lleguen las cosas con facilidad, o quizás a estar cómodamente sentadas en nuestra casa esperando que otros las ganen por nosotras. Es momento de dejar atrás esos viejos hábitos que no nos han conducido a nada. Pongámonos manos a la obra. No importa la edad que tengas ni el momento de tu vida por el que estés atravesando, Dios nos quiere actuando solo debemos ser diligentes y obedecer.