1.- Antepone calidad frente cantidad:
El tiempo es el enemigo de las familias del siglo XXI. La clave está en dar prioridad a la calidad frente a la cantidad. Aprovechar el tiempo que tenemos disponible para realizar actividades que satisfagan a todos y fomenten la cohesión es imprescindible.
2.- Deja fuera los reproches:
El exceso de confianza o, como veremos a continuación, una definición vaga de los límites de los miembros de la familia suele derivar en un mal común de la familia: el reproche. El reproche es la muletilla negativa en la familia. No existe un escenario en el que éste se dé con más frecuencia y el uso y abuso del reproche entre la pareja, hermanos o padres e hijos puede llegar a causar mucho perjuicio. Debemos aprender a descartar el reproche como elemento de defensa.
3.- Dibuja los límites:
Totalmente necesario. La falta de límites claros es uno de los problemas más comunes y que peor consecuencias tiene. Establecerlos es una tarea para la que es necesario implicación y aceptación por parte de todos sus miembros y que debe ser revisada según las circunstancias que rodean la familia. Si dibujamos límites será más fácil establecer pautas con los que podamos medir los problemas y anticipar soluciones coherentes y aceptadas.
Recuerda que todas estas pautas las podemos llevar a la práctica con amor.
CONCLUSIONES:
Dijo el apóstol Pablo en una ocasión: 1 Corintios 13:4-7.
4 El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.
5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
6 El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad.
7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Si queremos tener una familia feliz, comencemos a actuar con actos de servicio, de bondad, de sacrificio propio por cada uno de ellos.