Nadie está exento de tener un mal día, te despiertas tarde, el trasporte va atascado, el trafico esta de locos, se te olvida tu comida, tu celular tiene 1 % de batería, no hay café en la oficina, tu jefe te regaña, te roban tu cartera y un perro te muerde, estas a uno de explotar y tu animo esta por los suelos. Esto le puede pasar a tu pareja también, y te decimos cómo animarlo cuando ha tenido un día pesado.
1. Escúchalo.
Hablar de las cosas que nos tiene mal es una buena terapia y ayuda para sacar todo el estrés, tristeza o maldad que tenemos a causa de un mal día. Así que siéntate junto a él o ella y dile que empiece por el principio, pero ojo, muestra interés de tu parte en su plática pues si te ve haciendo otras cosas o distraído fracasarás y se enojará contigo.
2. Prepárale o cómprale su comida favorita.
Barriga llena corazón contento, algo que es verdad cundo comemos algo que nos gusta somos felices, así que si tu pareja anda bajoneado, métete a la cocina o ve corriendo al super y sorpréndelo con su comida favorita, verás que ni se acordará del mal día que tuvo.
3. Ámalo.
Hazle sentir que es muy especial para ti y cuanto lo necesitas y lo amas, muéstrale literalmente tu amor y dile las palabras correctas. Esto hará que su ánimo cambie.
4. Explícale que no pasa nada.
Tu pareja pesará que todo le sale mal, que dios lo odia, que no debió nacer etc. Pero la realidad necesita escuchar que todo está bien, que solo fue una racha, que todo cambiará al otro día corrigiendo algunas cosas que hizo mal o que no les presto la atención necesaria. Hazle saber que todos tenemos malos días, pero que la recuperación llega pronto.
5. No minimices el problema.
Nunca le digas que está exagerando, ni que el problema no es para tanto, muchas veces lo importante no es lo grande o pequeño del problema, sino como lo percibe y que sentimientos le genera a la persona. Así que cuida tus comentarios y apoyarlo en todo momento a tu pareja.
APLICACIÓN:
Recordemos finalmente las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: 1 Tesalonicenses 5:11 11 Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.
Como hijas de Dios y esposas estamos llamadas a poner todo nuestro esfuerzo en edificar también nuestro matrimonio. Hagamos más allá de lo que hemos estado acostumbradas a hacer. No nos conformemos a vivir vidas derrotadas o mediocres, Dios esta con nosotras y lo podremos lograr.