¿Cómo está tu vida últimamente? ¿Te sientes feliz? ¿Tienes alguna aspiración que todavía no la has cumplido?

Déjame compartir contigo una historia que nos dejara grandes enseñanzas.

Los jóvenes de la tribu se miraron entre sí, curiosos, cuando el viejo jefe comenzó a encender una pequeña hoguera muy cerca del riachuelo.

El frío era tan intenso aquella noche que hasta los riachuelos estaban congelados.

Con gestos lentos y precisos colgó sobre el fuego una olla llena de agua. Mientras el agua se calentaba, extendió una estera en el suelo y colocó sobre ella tres vasijas de barro vacías.

Cuando el agua comenzó a burbujear, casi a cien grados, el viejo jefe la echó en la vasija que tenía a su derecha. Después cogió del riachuelo el agua helada casi a cero grados, a punto de congelarse, y la vertió en la vasija que estaba a su izquierda.

En el recipiente del medio mezcló agua fría y caliente a partes iguales. Los jóvenes asistían a todo en silencio, cada vez con más curiosidad. El jefe le pidió entonces a uno de ellos: “Pon la mano derecha en el agua helada y la mano izquierda en el agua caliente y déjalas allí durante un rato”.

El viejo respiró hondo tres veces, inspirando y espirando lentamente. No tenía reloj y no lo precisaba porque su noción del tiempo era magistral. “Ahora saca las manos y coloca las dos en la vasija del medio”, le dijo al joven. “¿Dime cómo está el agua ahora?” Sorprendido, el joven respondió que sentía calor en la mano derecha y frío en la izquierda.

En la mano derecha, que estaba en el agua fría, sentía que el agua de la vasija del medio estaba caliente; la mano que había sacado del agua caliente la sentía fría, aunque las dos manos estuvieran sumergidas en la misma vasija.

“El agua puede estar fría o puede estar caliente; depende de cómo esté tu mano…” “Como todo lo que sucede en la vida… puede ser bueno o malo. Eso depende…, ¿de qué?” “De uno mismo”, respondió el joven indio, contento con aquella enseñanza que, con toda seguridad, no olvidaría nunca más.

APLICACIÓN:

Esta historia me hace recordar las palabras del autor de hebreos cuando dijo: Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Hebreos 11:1

Muchas veces queremos lograr cosas en nuestra vida, pero no tenemos la confianza en nosotras mismas ni la fe puesta en Dios.

Confiemos en que no estamos solas y que todo lo que queremos lo obtendremos en el tiempo de Dios si somos obedientes, si dejamos nuestra vida cómoda, si nos involucramos en hacer cosas para su reino y le agradamos con nuestra vida