Dice un dicho que el matrimonio es como el vino, si no se cuida, con los años se vuelve vinagre.

Por eso, ¡haz lo que esté en tu mano para evitarlo! Te daremos a continuación algunas recomendaciones que puedan ayudarnos a fortalecer nuestro matrimonio:

1. Vivir a plenitud el compromiso.

En el amor no se elige realmente si uno no se compromete con ese alguien elegido. Haber elegido al cónyuge es una gran manifestación de nuestra libertad, porque renunciando a todo lo que no sea ese alguien amado, nos enriquecemos en un: “yo, para ti, contigo” en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o la adversidad. Lo contrario sería el mayor de los absurdos, pues nadie renuncia a todo por nada.

2. Jamás admitir la indiferencia.

Esforzarse por “estar ahí” participando el uno con el otro, lo mismo en preguntarse por sus respectivas ocupaciones del cada día, que cuidar juntos los niños, o hacer la cena. Esforzarse por escuchar, sin hacer como que se escucha, por trivial que sea el comentario: desde la ganga que se encontró en el supermercado, hasta el último chiste que se sabe y soltar la carcajada. No dejar solo al otro en lo que le ocupa y preocupa, desde los asuntos más delicados, hasta los más pequeños detalles.

3. No aceptar una dependencia enfermiza.

Cuidar siempre el mutuo espacio para tomar decisiones, defendiendo razonablemente los propios criterios, discutiendo cara a cara si es necesario lo que por amor es de mutuo interés. Cuidar ambos su individualidad en esa nueva forma de ser que nace de la unión entre dos, pues es así como lo cónyuges se necesitan. Antes que coartar la autonomía del otro, es preferible dejarlo correr el riesgo de equivocarse.

CONCLUSIONES:

Dijo en una ocasión Jesús: “Mi mandamiento es este: que se amen los unos a los otros como yo os he amado” Si queremos tener un matrimonio libre de divorcio, debemos renunciar a todo habito o situación que lo incomode o que pueda traer como consecuencia conflictos y problemas más grandes,

Como hijas de Dios que estamos llamadas a vivir en libertad, vivamos esa libertad de manera plena. Si no lo podemos hacer con nuestras propias fuerzas, hagámoslo con las fuerzas de Dios, pero hagámoslo ya!