El matrimonio es un camino de «ires y venires», en el cual es natural que surjan momentos de dificultad.

Por eso debemos tratar de prevenirlos pero si alguna vez se presentan es importante atenderlos de forma oportuna y adecuada. Lo diremos como a continuación:

1. Cuando, novatos, ¡descubrimos que somos distintos!

Es una de las crisis más frecuentes de los primeros compases de la pareja. Surge al iniciar la convivencia. Aunque parezca mentira, no son pocas las crisis que los matrimonios tienen que superar por tópicos tan clásicos como la pasta de dientes abierta o si los platos de la cena se recogen o se dejan en la pila. Para enfrentarse a esta situación necesitamos trabajar especialmente la empatía dialogando de forma fluida y no dando tanta importancia a situaciones que no lo son

2. Cuando se meten las familias políticas

Aunque ante el altar solo están los novios, no cabe duda de que a la familia llegan también los suegros, los cuñados, los sobrinos entre otros. La injerencia de la familia propia y la política en los asuntos que conciernen al matrimonio puede provocar serias tensiones en determinadas circunstancias. Para eso el diálogo es el arma más eficaz para solventar los problemas. Pero no se debe entender como un diálogo destinado a que el contrario entienda a la familia política, sino a que el matrimonio acuerde unos principios básicos mínimos que no se podrán transgredir.

3. Cuando el bebé no llega

Ese deseo por tener hijos en común que es positivo y afianza la relación, se puede convertir en un foco de conflicto cuando, mes tras mes, ese hijo no llega, cuando se frustran los embarazos. La tristeza se puede hacer presente en la vida de ese matrimonio. Y de esa tristeza surge fácilmente la distancia puesto que, para no provocar más dolor, se evita mencionar un tema que sigue latente en los dos.

CONCLUSIONES:

Dijo en una ocasión el sabio Salomón: “Una sola persona puede ser vencida pero dos ya pueden defenderse y si tres unen sus fuerzas, ya no es fácil derrotarlas”.

En nuestro matrimonio debe estar presente Dios no como un concepto ni como una idea, sino como el que nos ama y nos da la fuerza para vencer todo obstáculo que quiera destruirlo.

Busquemos a Dios como pareja en palabra y en acción.