Vanessa nos ha escrito desde Cali Colombia y nos hace la siguiente consulta:

“Mi hijo está triste y desanimado. No tiene ganas de jugar ni de salir con sus amigos. ¡Y sólo tiene 7 años! No entiendo lo que le pasa… no lo entiendo. ¿Quizás uds me pueden ayudar?

Si este también es tu caso queremos decirte que nuestros hijos también pueden sufrir de estrés.

¿Como podemos ayudarlos?

Lo compartiremos a continuación:

1. Crear espacios dentro de la familia donde el niño pueda expresar cómo se siente. Esta será una de las formas por las cuales podremos realmente saber lo que le está ocurriendo a nuestro hijo.

2. Dejarles tiempo para descansar, relajarse o divertirse con sus amigos. A menudo no nos damos cuenta de la enorme carga de trabajo que soportan nuestros hijos.

3. Adaptemos las responsabilidades que deban asumir a su edad y las capacidades reales que tenga nuestro hijo en ese momento. La incapacidad para realizar con éxito sus tareas, las metas inalcanzables, las decepciones… pueden ser factores que provoquen estrés.

4. Aunque estemos preocupados por la situación de nuestro hijo, evitaremos atosigarlo con preguntas sobre cómo se encuentra e intentaremos no controlar en exceso cada cosa que haga o que diga. Es importante que no se sientan presionados a hablar sobre sí mismos.

5. Debemos dar tiempo a las manifestaciones provocadas por el estrés y observar discretamente cómo evoluciona la actitud de nuestro hijo, su conducta y su estado físico. No debemos alarmarnos.

6. No demos por hecho que cualquier situación de cambio en la vida de nuestro hijo, aunque esta sea por el bien de él, va a ser vivida cómo positiva.

CONCLUSIONES:

En la Palabra de Dios el apóstol Pablo instruye a los padres en el libro de Efesios. Todo lo que aquí se dice acerca de los padres se aplica también a las madres. Y tomamos una parte que dice: “No los frustren ni los amarguen” refiriéndose a nuestros hijos.

Está claro que la amargura puede ser provocada por un comportamiento malhumorado o violento por parte nuestra, pero también otros errores puede ocasionarles la misma reacción, ansiosa, dolorosa o de estrés en sus vidas.