En la relación conyugal se presentan situaciones y conflictos que si no se saben identificar a tiempo, pueden pasar a mayores afectando así seriamente la relación. Pero no basta solo con identificar los problemas, es también necesario discutirlos con el cónyuge y atacarlos de raíz. Compartiremos algunos de ellos a continuación:

1. Egoísmo
Por ejemplo cuando uno de los dos cónyuges no está en disponibilidad de comunicarse porque está cansado, tiene sueño o se siente mal. Y en lugar de explicar su malestar, únicamente se duerme dejando al otro con una sensación de no haber sido tomado en cuenta y de que algo anda mal.

2. Activismo
Sucede muchas veces que estamos todos tan envueltos en el activismo, que descuidamos la conversación tranquila con nuestra pareja, y esto, tarde o temprano, afecta la unión matrimonial.

3. Agresividad
No hay nada que corte más la disponibilidad de una persona para escuchar que una ofensa. Si tenemos quejas o diferencias con nuestro cónyuge, lo mejor es buscar las palabras que tengan el significado de lo que queremos decir pero sin ofender. Algunas frases que podemos prohibir en el hogar son: “Te lo dije”; “Siempre que yo… tú…”; “Nunca me…”.

5. Miedo de hablar
En cada matrimonio hay un tema que es el “talón de Aquiles”, sin embargo, dentro de un marco de respeto, cordialidad y por supuesto mucho amor, hasta los temas más difíciles se pueden y se deben tratar. Asimismo, es importante ser receptivos y calmados al escuchar a la pareja, motivarla y hacerla sentir que en realidad todo se puede tratar y todo se puede arreglar «conversando».

CONCLUSIONES:

El apóstol Pablo dijo en una ocasión que las esposas debemos respetar a nuestros esposos como parte de nuestros deberes en el matrimonio. Una frase que nos invita realmente a romper con todo tipo de actitud que se vaya en contra de este mandamiento. Desechemos entonces toda actitud egoísta, falta de tiempo, agresividad o falta de comunicación. Como hijas de Dios debemos procurar otro comportamiento para edificación de nuestro matrimonio.