Hola mi amiga! Últimamente sientes que has pasado de estados de animo elevados a estados de animo totalmente opuestos? Déjame contarte una historia que nos ayudara a entender y vivir aquellos días de la mejor manera.
Los días grises repletos de nubes cargadas de lluvia son mis favoritos. Me dan la oportunidad de mirar a mi interior, y esto me permite meditar en la grandeza de Dios. Y qué decir de la llegada explosiva de la primavera, que hace brotar millones de capullos de mil colores que deleitan la vista y perfuman cada bocanada de aire.
Es entonces cuando los pétalos caídos anuncian los frutos que darán alimento a todos los seres que se nutren y gozan de la opulencia del verano. Más tarde, cuando el otoño, con su tinte ocre, hace su llegada, toda la natura se adormece, dándonos la promesa de un nuevo y pronto renacimiento.
La vida se asemeja a las estaciones del año. El verano de la vida está adornado de risas y llantos infantiles, que son una promesa de futuro. La primavera se adorna con los encantos juveniles, y todas quisiéramos permanecer en ella eternamente, debido a la abundancia de bienes y alegrías que nos provee. Los adultos, vestidos de otoño, son serenos y productivos.
Están en la cúspide de la realización personal; caminan seguros, pues poseen un bagaje de ricas experiencias que los hace útiles para hacer madurar y crecer a las nuevas generaciones. Los que están en la etapa del invierno ven desfilar a los nuevos participantes de la carrera de la vida, ahora más tranquilos, y en paz, satisfechos por la labor cumplida, libres de toda prisa.
APLICACIÓN:
Dijo el salmista David en una ocasión: Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha. Salmo 16:11
Disfrutemos la estación vital en la que nos encontramos justo en este momento. Todas las etapas traen consigo grandes desafíos y hermosas sorpresas que debemos aprenderlas a disfrutar.