Hola que placer acompañarte. vivimos en un mundo efímero, donde necesitamos registrar de alguna forma lo que nos pasa e instantáneamente compartirlos con los demás verdad. Es algo así como que si no está en las redes no existe. Sin embargo, nuestros hijos, ahijados o sobrinos no tienen por qué verse expuestos. De hecho, aunque tengamos nuestra privacidad al máximo, nadie nos asegura que esas imágenes puedan filtrarse y afectar de alguna forma la vida de los pequeños. Así que compartimos contigo a continuación 4 imágenes de tus hijos que no deberías publicar
#1 Imágenes donde se ve su centro educativo
Seguramente creas que no hay ningún lugar más seguro que la escuela de tu hijo, pero lamentablemente el mundo es realmente aterrador y quizá por dar esa información en las redes sociales convierte la escuela de tu hijo en un blanco fácil para ubicarlo.
#2 Fotos con otros niños
Todos los padres tienen distintas posturas sobre compartir la vida de sus hijos en internet, así que cuando quieras publicar una foto de tu hijo con sus amigos, sería mejor si pides el consentimiento de los padres para que no hayan problemas.
#3 Fotos desnudos
Sí lo sé, los bebes desnudos son la cosa más tierna que hay pero no todos lo vemos de la misma forma. Si la foto que tomaste puede ser usada por tener contenido sexual o sugestivo no la uses, por el bien de tu hijo.
#4 Imágenes en las que se sepa su nombre completo
Intenta obviar las fotos en las que tiene prendas que dicen su nombre, en su reporte escolar, en el equipo deportivo o en pie de la imagen que vas a subir. Con esto te asegurarás un poco más de privacidad en la vida de todos.
APLICACIÓN:
Dijo en una ocasión el apóstol Pablo: “Someteos unos a otros en el temor de Dios”. Efesios 5:21
Dios ha establecido la familia para que sea un reflejo de Cristo y la Iglesia. Nuestros hogares tienen que reflejar la unidad y el amor de Cristo. Nuestro amor a nuestras familias debe ser sacrificado, debe ser prudente, debe ser cuidadoso, de la misma forma en que el amor de Cristo lo es con nosotros. Él dejó su trono y sacrificó su vida por los pecadores, y hemos de practicar esa clase de humildad y sacrificio en nuestros hogares, con nuestros conyuges y con nuestros hijos.