Hola un placer estar junto a ti otra vez. Las cifras que se obtienen por la venta del agua embotellada a nivel mundial cada año, pueden llegar hasta los 100 millones de dólares; pero no es todo: el mercado crece ya que se prevé un aumento del 7% por año. El agua embotellada es muy buen negocio, pero lamentablemente también contribuye a generar más residuos plásticos en el planeta Por eso hoy queremos compartir contigo algunas razones para no comprarla:
1. Agua y dinero
Si tomamos en cuenta el costo al que se vende una botella de agua en una máquina expendedora, en comparación a lo que cuesta en, por ejemplo, un supermercado, la diferencia de precio es notoria; sin embargo, esto no es lo peor. Lo triste es que se trata de agua del grifo filtrada, es sólo eso.
2. Otra mentira
Se nos dice que los componentes del agua están regulados en todo el mundo para que ésta se considere potable y sin riesgo al beberla, pero en muchos sitios no hay pruebas concluyentes que digan que el agua embotellada es mejor que el agua del grifo.
3. Agua embotellada versus sostenibilidad
No existe, cero contribuciones con el medioambiente; cada año, 1.5 millones de toneladas de residuos plásticos son generados gracias al agua embotellada. Una gran cantidad es requerida para el reciclaje, pero la verdad es que el 80% se tira sin ser reciclado. En alguna parte de los océanos, éstos plásticos flotan a la deriva contribuyendo a la contaminación de los mismos y poniendo en peligro a la flora y fauna marina en el planeta entero.
De algún modo, podemos contribuir a un cambio significativo si entre todos modificamos nuestros hábitos de consumo. Por ejemplo, en vez de comprar agua embotellada, compra un termo de acero inoxidable y bebe de él; no sólo será más económico sino que contribuirás a reducir la cantidad de desechos plásticos. Si no te agrada el sabor del agua del grifo, compra un filtro de carbón.
APLICACIÓN:
«Del Señor es la Tierra» (Salmo 24:1-a), y «A la humanidad el Señor le ha dado la Tierra» (Salmo 115:16-b)
A primera impresión parecería que se contradicen, pero no es así, sino que son complementarias. La Tierra le pertenece a Dios porque Él la creó, y nos pertenece a nosotros porque nos la delegó. Esto no significa que nos la haya entregado renunciado a sus derechos sobre ella, sino que nos dio la responsabilidad de preservar y desarrollar la tierra, de cuidarla en su nombre. El ser humano debe cuidar con uñas y dientes a la maravillosa creación que el Señor le ha puesto en sus manos, abandonar su estilo de vida consumista y dejar de ocasionar tantos problemas ecológicos