Además de las faltas graves que obviamente afectan un matrimonio como la infidelidad o el maltrato, hay actitudes -comunes y cotidianas, que al volverse repetitivas, comienzan a generar una herida en la relación matrimonial, hasta llegar muchas veces a consecuencias graves. Hoy te proponemos identificarlas, reconocerlas y cambiarlas.

La primera actitud personal que puede lesionar el amor es:

  1. Egoísmo

El matrimonio es la unión de dos para compartir intereses, tiempo, decisiones, preferencias, bienes materiales, sueños, y muchas más cosas. Pero como seres humanos, muchas veces cuesta compartir y ceder. Así que hay que buscar un equilibrio, ambos deben ser flexibles ante ciertas situaciones para encontrar un punto común.

  1. Desinterés

Desinterés por lo que le pasa o lo que siente el otro. No hay nada más desalentador que acudir con entusiasmo al marido o a la mujer para contar algo que ha pasado y chocar con una respuesta de desgano y apatía. El desinterés cierra todas las puertas de comunicación que tanto se necesitan en el matrimonio. Esto hace sentir al cónyuge menospreciado e ignorado. No darle la prioridad que merece, es molesto y afecta la convivencia matrimonial.

  1. Impaciencia

El matrimonio no es siempre un camino de rosas, ¡como tampoco lo es que nada en la vida! ¿O es que en los negocios no hay ciclos de vida? ¿O es que siempre marcha todo perfecto en la relación con los demás? Es una ley de vida.

Siempre existirán los momentos difíciles y siempre habrá cosas que queramos cambiar de los otros, en especial del marido o esposa, y necesitaremos paciencia para aceptarlos y tolerar sus debilidades. Pero también, en ese ejercicio de la paciencia, podemos ayudarles a mejorar por el bien de ellos y del matrimonio. Con sutileza, respeto y mucho amor, se pueden lograr grandes cambios en el otro.

  1. Soberbia

La soberbia enceguece y envenena. Es la falta de humildad para aceptar la crítica y los errores que cometemos, y esto en la relación matrimonial hace mucho daño. Para poder ser felices, hay que dejar el orgullo a un lado, pedir perdón y construir de nuevo.

APLICACIÓN: Dijo el apóstol Pablo en una oportunidad: ¨El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.

No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.¨

Si queremos atención, entonces debemos dar atención a los demás, si mi interés es satisfacer mis necesidades de cariño y reconocimiento, entonces supliré estas necesidades en los otros, si yo quiero ser comprendido, me empeñare en comprender, si yo quiero ser amado amaré…