Existe un dicho que dice: «los hijos son la alegría del hogar». Y, sin embargo, algunas mujeres con hijos pequeños -y no tan pequeños- han experimentado la tensión continua que supone el esfuerzo por educar bien a los hijos…Hoy hablaremos sobre uno de los ingredientes que no pueden faltar en la crianza que les impartimos.
En ocasiones nos concentramos tanto en ayudar a nuestros hijos a portarse correctamente, a adquirir buenos hábitos, entre otras cosas que nos olvidemos que también necesitan bromear y reír.., a carcajada limpia.
Efectivamente, nuestros hijos necesitan autoridad y disciplina, pero también como niños necesitan un tiempo para reírse. Nuestros hijos han de ser capaces de enfrentarse a las dificultades de la vida, pero también han de ser capaces de recordar su infancia como una época feliz, unos años de risas continuas.
Cuando mis hijos eran más pequeños, incluso ya de bebés, mi esposo y yo les enseñamos a reír al hacerles caricias, cosquillas o masajes. Ahora que son más grandes siguen siendo los mismos aunque tengan 8 10 15 años todavía, les seguir haciendo gracia por ejemplo una mueca del padre o la madre de manera especial.
Mi amiga si a usted le cuesta fomentar el buen humor hoy le invitamos a reírse en familia, con más frecuencia y con las más simples «tonterías»: ante las preguntas impertinentes o ingenuas de los pequeños, ante el desastroso resultado de un pastel casero preparado por ellos, en los viajes jugando a «el novio de Martita se parecerá al hombre que conduce el próximo coche»…, etc. Ver a sus padres riendo habitualmente -y serios y preocupados cuando haga falta, aunque sin perder la serenidad- les ayudará a adquirir las bases de una personalidad segura.
Estar de buen humor no cuesta tanto y, además, es mucho más gratificante.