Lo que yo digo es lo que la Biblia dice… Los creyentes estamos prohibidos por la Biblia de guardar días de reposo o días de fiesta religiosa. Note lo que dice Colosenses 2:16: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo”

Los creyentes no tenemos días de reposo, no tenemos días de fiesta, no tenemos que fijarnos en las fases de la luna para determinar cuándo se debe celebrar determinada fiesta religiosa. ¿Por qué? Pues porque todo esto de días de reposo, días de fiesta, luna nueva, era la sombra de algo real que estaba más adelante en el tiempo. Lo que estaba más adelante en el tiempo era Jesucristo. Cristo es el objeto real que proyectaba la sombra que recogió la ley de Moisés con su carga de ritos religiosos.

Cada rito religioso dentro de la ley de Moisés representaba algo de la  persona, o de la obra de Jesucristo. Cuando vino Cristo ya no es necesario ocuparnos de la sombra. Eso es lo que dice Colosenses 2:17 donde leemos; “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.” Todo lo que contemplaba la ley de Moisés en cuanto al ritual de los sacrificios, el mobiliario del templo, las fiestas judías y todo lo demás, era sombra de lo que ha de venir.

Pero lo que ha de venir ya llegó hace como dos mil años, por tanto, ya está aquí el objeto que proyectaba la sombra. Por tanto ya no hace falta ocuparse de la sombra. Por eso es que el apóstol Pablo dice: Nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. Esta es la razón por la cual dijimos que los creyentes no tenemos días de reposo ni días de fiesta. Todos los días son santos para el creyente. Todas las semanas son santas para el creyente. Todos los meses son santos para el creyente. Todos los años son santos para el creyente.

El primer día de la semana, el domingo no es el día de reposo de los creyentes. Simplemente los creyentes no tenemos días de reposo. El primer día de la semana es tan santo como el segundo o el séptimo y todos los demás días de la semana. Si los creyentes nos reunimos en nuestras iglesias el primer día de la semana, es porque eso fue lo que hicieron los creyentes en el primer siglo en los albores de la iglesia cristiana.

Además, el primer día de la semana es el día cuando la mayoría de los creyentes no trabajan y pueden disponer de tiempo para congregarse con otros creyentes para perseverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Los creyentes no hemos cambiado el día de reposo del séptimo día de la semana al primer día de la semana, como nos acusan algunos. Los creyentes no tenemos días de reposo.