Salomón es un típico caso de alguien que comenzó bien la carrera, pero terminó terriblemente mal. Siendo muy joven, Dios le ofreció darle cualquier cosa que pida. Lejos de pedir poder o dinero, o fama, Salomón pidió sabiduría para guiar al pueblo escogido de Dios.

Esto fue tan bien catalogado por Dios que note lo que Dios le dijo. Se encuentra en 1 Reyes 3:10-14

“Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.

Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio,

he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.

Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.

Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días”

Equipado de esta manera, Salomón edificio un reino esplendoroso. Pero en algún momento, ya siendo viejo, Salomón se dejó deslumbrar por el poder o la fama y sobre todo por el placer y esto marcó su inexorable declinación.

1 Reyes 11:3-8, «Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está en frente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón. Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.”

Qué triste. Esta conducta de Salomón hizo que Dios cumpla su promesa de castigo. 1 Reyes 11:11-13 dice: “Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.”

Con este peso en su corazón, Salomón salió de este mundo. La Biblia no afirma ni niega que se hubiera arrepentido de su pecado. 1 Reyes 11:42-43 dice: “Los días que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fueron cuarenta años. Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar Roboam su hijo.”

Sólo Dios sabe lo que había en el corazón de Salomón, y Dios siempre es justo, tanto cuando condena como cuando salva. En el cielo sabremos cuál fue el desenlace final.