Parece que fue en este momento cuando se originaron los diversos idiomas que existen en el mundo, pero en Génesis 10:5 dice que cada cual se apartó según su lengua. ¿No indica esto que los hombres ya tenían otros idiomas antes de la confusión de las lenguas?

Mirando las cosas superficialmente parecería como que ya había varios idiomas en la humanidad antes del incidente conocido como la torre de Babel, del cual parten los diferentes idiomas en el mundo, evento conocido como la confusión de lenguas. Pero mirando las cosas con más detalle, encontramos que el capítulo 10 de Génesis y el capítulo 11 de Génesis no están cronológicamente relacionados.

El capítulo 10 de Génesis es una especie de paréntesis entre el capítulo 9 y el capítulo 11. Es decir que, en el sentido cronológico, la continuación del capítulo 9 de Génesis no es el capítulo 10 de Génesis, sino el capítulo 11 de Génesis.

Lo que hace el capítulo 10 de Génesis es mostrar los lugares geográficos hacia donde se establecieron los descendientes de los tres hijos de Noé. Los descendientes de Jafet, entre los versículos 1 a 5, los descendientes de Cam, entre los versículos 6 a 20, y los descendientes de Sem, entre los versículos 21 a 32.

Luego viene el capítulo 11 de Génesis, en donde se relata el motivo por el cual la población de después del diluvio se estableció en lugares geográficos muy distantes unos de otros.

Génesis 11:1-9 dice: “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.

Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.

Dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que pensado hacer.

Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.”

El hombre, en su obstinado pecado, está muy interesado en perpetuar su propio nombre por sus propios medios y a su propia manera. Por eso es que comenzaron a edificar esa ciudad en la tierra de Sinar. El elemento más notorio de la ciudad sería una torre, cuya cúspide llegaría al cielo. Fíjese la arrogancia. El deseo de su corazón era llegar al cielo por su propio esfuerzo, como si se podría subir al cielo por una escalera. Ciegos a lo absurdo de su proyecto, todos a una se metieron de lleno en lograr su objetivo. Como siempre, Dios los miraba con misericordia.

En su misericordia Dios decidió hacer algo para impedir tan descabellada empresa. El plan de Dios fue descender y confundir la lengua de toda esa gente y así la confusión de lenguas tuvo efecto en los hijos de los hombres.

Así fue como se detuvo la absurda empresa de edificar esa torre hasta el cielo. Génesis 10:5, hablando de algunos descendientes de Jafet dice lo siguiente: “De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones.”