2 Pedro 2:20-22 dice “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.” La clave para entender este pasaje bíblico, radica en identificar de quién está hablando Pedro. Un examen del contexto del pasaje bíblico en cuestión mostrará que Pedro está hablando de los apóstatas. Un apóstata es un incrédulo que por un tiempo finge ser creyente, pero en algún momento se vuelve en contra de lo que antes parecía apoyar, y arrastra a otros en su caída. Observe lo que dice de los apóstatas textos como 2 Pedro 2:12 y 14 “Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición.” Un creyente jamás se ajusta a este perfil. Un creyente jamás será como un animal irracional, nacido para presa y destrucción, jamás perecerá en su propia perdición, jamás será un hijo de maldición. Pero un apóstata cumple absoluta y totalmente con este perfil. Inicialmente, parece que los apóstatas se hubieran escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, pero en algún momento muestran que sólo se trató de una mera reformación, no de una profunda transformación, y por eso, enredándose otra vez en las contaminaciones del mundo son vencidos, y en estas condiciones, su situación moral y espiritual es peor que lo que era anteriormente. Por esta razón, a los apóstatas más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que abandonarlo, después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio. Los apóstatas hacen honor al verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. El proverbio muestra que en ellos jamás se operó un cambio de naturaleza. Por naturaleza, el perro come su propio vómito y la puerca adora el cieno. Si alguien trata de obligar a un perro a no comer su propio vómito, puede lograr algún resultado por algún tiempo, pero en la primera oportunidad que tenga, el perro volverá a comer su vómito. De la misma manera, alguien puede lavar muy bien a una puerca y hasta poner un hermoso collar en su cuello, pero en la primera oportunidad que tenga, la puerca volverá al cieno. Lo que pasa es que esa es su naturaleza, la cual nunca ha sido transformada. Así son los apóstatas, pasaron por una mera reformación moral, pero su naturaleza jamás fue transformada, jamás nacieron de nuevo, jamás recibieron a Cristo como Salvador, jamás llegaron a tener una nueva naturaleza. Esto quedó demostrado porque ellos también, al igual que el perro y la puerca, en su primera oportunidad, se enredaron otra vez en la contaminación del mundo y fueron vencidos, y su postrer estado moral y espiritual vino a ser peor que el primero. De modo que, el pasaje bíblico citado no se aplica a los creyentes sino a los apóstatas, quienes son incrédulos.