La cultura errada de que el cristiano no debe enojarse sólo nos ha llevado a la indiferencia social y frialdad fraternal.

Cuando la Biblia habla en Efesios de que “no se ponga el sol sobre vuestro enojo”, se debe entender a la luz de Levíticos 19:17, donde dice que “no te quedes con el enojo de ver pecar a tu hermano” y no hacer nada.

Pecamos cuando nos convertimos en cómplices pasivos ante el pecado ajeno. Vemos el pecado y no reaccionamos, dejamos que ellos lo solucionen por su propia cuenta y no ayudamos al que sufre.

Debemos molestarnos ante la injusticia, ante la maldad y denunciarla, porque si no lo hacemos pecamos juntamente con los malhechores.

Si no nos molesta el pecado o la injusticia deberíamos hacernos un examen profundo de dónde está nuestra mirada, si en el cielo o en las cosas de este mundo.

Habla con Dios sobre los pecados de otros y pídele valor para confrontarlos, pero no te quedes enojado sin hacer nada.

¿Te molesta el pecado de los demás?
¿Cómo puedes razonar con tu hermano sobre alguna falta sin ofenderle?
¿Tratas con amor al que sufre?