“Señor, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí.” Salmo 139:1
Más de una vez he visto títulos tales como “Conócete a ti mismo”. En artículos en revistas, libros, cursos de autoayuda y cosas similares se enfatiza acerca de la necesidad del ser humano de conocerse mejor y más profundamente. El hombre se desconoce. Cree saber demasiado, pero queda sorprendido ante reacciones o sentimientos que nacen en él cuando menos se lo imagina. Dice: “Nadie me conoce tanto como yo me conozco”, hasta que después advierte su propio desconocimiento cuando se da cuenta de que no controla todo en la vida y que lo imprevisto viene sin avisar. Esto me sucede a mí, a ti y a todos los que día a día descubrimos aspectos de nosotros mismos que nos extrañan y desconciertan. Vivimos tan apurados que terminamos siendo un nombre, un apellido, una estadística o un rol para cumplir en sociedad. La rutina nos absorbe y roba los significados más delicados del alma humana. Todo lo hermoso del ser se desluce en el hacer, en el correr detrás del reloj y en el apuro por ser eficaces. Detenernos a pensarnos parecería ser igual a perder el tiempo y al final de cuentas, terminamos “globalizados” siendo uno más del montón.
El salmista David también se vio inmerso en este dilema. Sin embargo, pudo encontrar respuestas maravillosas que no se guardó para sí, sino que compartió musicalmente en una canción. Esta es la letra y estos son sus versos: Oh Señor, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga. Vas delante y detrás de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Tú creaste las delicadas partes de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre. Gracias por hacerme tan complejo. Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz. Dios te conoce. ¿Quieres conocerte? Pregunta a Él lo que necesites.