Comencemos por leer Hebreos 10:26. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados. 

El autor de Hebreos está haciendo referencia a algo que era muy conocido para los judíos. Ellos sabían que los diferentes sacrificios por el pecado, cubrían solamente los pecados de ignorancia del pueblo, pero cuando alguien hacía algo malo con soberbia, es decir sabiendo que estaba haciendo algo malo, en la ley de Moisés no había sacrificio para cubrir este pecado.

Por esta causa, si alguien, sabiendo que es un pecador y sabiendo que Cristo murió por él en la cruz del Calvario, y a pesar de eso, con soberbia rechaza a Cristo como Salvador, está cayendo justamente en lo que la ley de Moisés condenaba, ya no queda más sacrificio por los pecados. ¿Qué es lo que queda, entonces? Según la ley de Moisés, lo único que quedaba es ser cortado de en medio del pueblo de Israel. Pero algo más severo espera a aquel que a sabiendas voluntariamente rechaza a Cristo como Salvador. Lo que le espera es una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. Esto es lo que dice Hebreos 10:27. Una persona así merece el castigo de los adversarios. La palabra Satanás, significa adversario. Aquel que, a pesar de saber, rechaza a Cristo como Salvador sufrirá eterno tormento en el lago de fuego junto a Satanás. La gravedad del castigo guarda relación con la gravedad de la falta. Eso es lo que el autor de Hebreos muestra en los versículos 29-30. La falta es una ofensa contra el Padre, porque es equivalente a pisotear al Hijo de Dios. Si usted tiene un hijo, sabrá lo doloroso que es cuando ese hijo es lastimado por alguien. La falta también es una ofensa contra el mismo Hijo. Es equivalente a tener por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado. Es como si el Hijo fuera un pecador y que la sangre que él derramó en la cruz, la sangre del pacto, está contaminada con el pecado. La falta también es una ofensa contra el Espíritu Santo.

Es el Espíritu Santo quien da testimonio a favor de Cristo al incrédulo. Rechazar a Cristo como Salvador teniendo pleno conocimiento de lo que se está haciendo es equivalente a dar por falso el testimonio del Espíritu Santo. Es decir que cuando una persona sabe todo lo que hace falta saber para recibir a Cristo como Salvador y sin embargo da la espalda y rechaza a Cristo como Salvador, está pecando contra el Padre, contra el Hijo y contra el Espíritu Santo. La ley dice que el que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente, cuanto peor será el castigo cuando el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se levantan como testigos en contra de alguien que ha rechazado a Cristo como Salvador. Reconociendo lo grave del castigo, el autor de Hebreos exclama en Hebreos 10:31: ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! De modoque, Hebreos 10:26-31 no habla de que los genuinos creyentes pueden perder la salvación, sino del castigo que espera a todo aquel que conociendo todo lo que tiene que conocer acerca de la salvación en Cristo, sin embargo, inexplicablemente da la espalda a Cristo y lo rechaza como Salvador.