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En la Biblia se ve que el matrimonio es un compromiso ante Dios, por el cual, un hombre y una mujer han discernido que la voluntad de Dios para ellos es que se casen y vivan el resto de sus días como marido y mujer. Esto sucede en la esfera de los contrayentes exclusivamente. También se ve que el matrimonio es un compromiso ante las autoridades civiles de determinado país. Romanos 13:1 dice: Sométase toda persona a las autoridades superiores;  porque no hay autoridad sino de parte de Dios,  y las que hay,  por Dios han sido establecidas.

Cada país tiene su propio procedimiento para reconocer a un hombre y a una mujer como un matrimonio legítimamente constituido. Es obligación para los creyentes que quieren casarse someterse totalmente a ese procedimiento. El resultado de someterse a este procedimiento es que tanto el hombre como la mujer que se han casado pasan del estado civil de solteros al estado civil de casados. Además, en la Biblia se ve que el matrimonio es un compromiso ante las respectivas familias de los contrayentes. Génesis 2:24 dice: Por tanto,  dejará el hombre a su padre y a su madre,  y se unirá a su mujer,  y serán una sola carne.

Tanto el futuro esposo como la futura esposa deben dejar padre y madre en el sentido de un cambio de la relación con ellos. Hasta antes de casarse, el hombre y la mujer dependían de sus padres en diversas maneras. Cuando se casan pasan a ser una entidad autónoma, independiente de sus respectivos padres. Es el requisito indispensable para que se unan y sean una sola carne. De manera que, cuando un hombre y una mujer por su libre voluntad hacen estos compromisos ante Dios, ante las autoridades civiles y ante sus respectivas familias, están perfectamente casados. En la Biblia no aparece como requisito para estar casados lo que se conoce como la ceremonia eclesiástica. El matrimonio no es una ordenanza para la iglesia, como sostienen algunas religiones.

El Nuevo Testamento reconoce únicamente dos ordenanzas para la iglesia, el bautismo en agua y la santa cena o la cena del Señor. De manera que la ceremonia eclesiástica en una iglesia local o en cualquier otro lugar es algo opcional. Hacerlo tiene sus beneficios como por ejemplo compartir con la congregación y más invitados el gozo de ver el inicio de una nueva familia, y la oportunidad para que el flamante matrimonio reciba muestras de amor y aprecio mediante los regalos de bodas, pero si un matrimonio ha hecho esos tres compromisos que hablamos y por alguna razón no realiza una ceremonia eclesiástica en alguna iglesia o en algún otro lugar, están perfectamente casados. Lo cuestionable sería que un hombre y una mujer simplemente comiencen a vivir juntos como marido y mujer sin antes haber hecho esos compromisos mencionados. En ese caso, el hombre y la mujer no están casados sino viviendo en fornicación. Fornicación es el nombre bíblico para el pecado de usar el sexo fuera del marco establecido por Dios para su uso correcto. El único marco legítimo, establecido por Dios para el uso del sexo por un hombre y una mujer es el matrimonio. Toda actividad sexual fuera del matrimonio se considera como fornicación.