“Si alguna vez se sienten desfallecidos y agobiados al soportar a las personas, piensen en Jesús. Él soportó pacientemente todo maltrato de parte de los hombres.” Hebreos 12:3

 

 

Nos guste o no somos llamados a la convivencia. Dios nos diseñó como seres relacionales. Nunca fue su plan que nuestro carácter se desarrolle en el hermetismo y la soledad.

 

 

Ya desde el Génesis oímos sus palabras: No es bueno que el hombre esté solo. El tema es que la presencia del pecado en nuestro ser ha dañado la capacidad para relacionarnos debido a nuestro corazón habitado por el egoísmo, la ambición y la codicia. Dios también es complejo en su concepción, pero santo y perfecto. En cambio, el ser humano es complejo y a la vez pecador, y esto complica todo.

 

 

La diversidad y la originalidad de las manifestaciones del pecado en el pueblo de Dios nunca dejan de sorprendernos, ni dejan en paz a los que intentan ayudar a los demás en esta difícil tarea de la convivencia. Moisés, por ejemplo, lidió con esto constantemente. Él encontró lo que todos nosotros encontramos cuando pretendemos ser intermediarios en un conflicto de relaciones.

 

 

Es que, a decir verdad, uno sale de un problema en solucionar relaciones interpersonales dañadas y se presentan dos más. Si no había quejas sobre el agua, entre el pueblo que vagaba por el desierto, las había por la calidad de comida. Entonces, Dios les da carne, y a los días estaban criticando a Moisés por la mujer que había tomado por esposa. ¿Lo puedes ver? Lo más difícil es que muchas veces es la gente más cercana la que más nos ataca o nos complica.

 

 

¿No fue Aarón el que hizo los becerros de oro? ¿Acaso no fueron su hermana María, junto con Aarón los que atacaron a Moisés por su esposa? ¿No fueron los hermanos de José los que lo vendieron como esclavo? ¿No fue Pedro el que más discutía con Jesús? ¿Y no fue uno de los doce discípulos el que lo traicionó?…

 

 

No pretendo con esta reflexión desanimarte, amigo. Nuestro mundo necesita motivadores, pacificadores, reparadores de puentes caídos. Consejeros matrimoniales, oídos atentos, mediadores entre amigos ofendidos. Pero debes saber que no es tarea fácil. Jesús, el mediador de mediadores, es el único que puede capacitarte para esta noble tarea y alentarte para que tu ánimo no se canse hasta desmayar.

 

 

Pensamiento del día: Aquellos que trabajan para lograr la paz, serán doblemente felices. Jesús