Una vez estuve en un problema legal un tanto complicado, más bien migratorio. Había dejado mi pasaporte, que estaba a meses de expirar, con un abogado para que tramitara la renovación de pasaporte y visa residente en Ecuador. Esta persona lo dejó vencer y cuando fui a la policía de migración, el agente me dijo: “debería acompañarlo a su casa y buscar su maleta y llevarlo a la frontera más próxima dentro de las 48 horas que siguen. Usted debe ser deportado.” Sentí que el mundo se me desmoronaba, pero agregó: “así que voy a hacer como que no le vi y vaya a arreglar su problema.” Busqué otro abogado quién supo cómo ayudarme, me llamó a su oficina luego de unos días y me presentó a un importante funcionario del país, quien era su amigo; en esa reunión este amigo me entregó un pequeño carnet que me habilitaba a transitar por todo el país sin problemas mientras mi documentación estaba en trámites de renovación. Estoy más que agradecido a Dios por haber colocado a ese abogado en mi camino, pues gracias a su gestión sigo sirviendo en este país hasta el día de hoy.

Dios te da las garantías y la protección que necesitas, quizás el mundo te abandone y no tengas apoyo de nadie, pero Dios es la persona indicada para darte auxilio y responder por ti. Otra versión de este versículo dice: “¿Quién me dará la mano?”. Dios extiende su mano a ti hoy, búscalo, no desaproveches la mejor opción de tu vida.

¿Es Dios tu fiador?
¿Tienes quién te de la mano en tus problemas?
Busca ayuda en el lugar correcto, busca en Dios.