Ambos, tú y yo hemos sido castigados por nuestro Padre Celestial, hemos sido corregidos y pudimos experimentar tanto el dolor como la suavidad de su mano curando nuestro corazón y nuestra alma, restaurando y levantando del suelo nuestras vidas, de la miseria y del polvo para darnos nuevas fuerzas y nuevo camino. En lo personal creo que cuando Dios te castiga es para destruirte… (espera, no me pegues, déjame terminar), destruirte pero para reconstruir, no para reformar ni arreglar sino para transformar y crear en ti un corazón nuevo, un espíritu limpio, integro dentro de ti.

No tengas miedo a la disciplina de Dios, no te escondas de su castigo, porque es un proceso de restauración, su mano trae castigo y también sana. Siempre hay un propósito, te quita cosas que no hacen falta en tu vida o las que no correspondan a la vida de un hijo de Dios, esto causa dolor y molestia, pero cuando sana caminas más libre, sin ataduras ni lastres. Disfruta del cuidado de tu amoroso Padre, quien disciplina a todo el que ama y toma por hijo.

¿Reniegas del castigo de Dios?
¿Te cuesta entender su proceso de corrección?
Mira atento lo que Él está haciendo en tu vida.