Afortunadamente siempre existe otro día. Y otros sueños y otras risas y otras personas y otras cosas. Esta es una paráfrasis personal de la promesa de Dios que dice que:” Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” porque en esas “Nuevas oportunidades” que la vida nos permite cada día al disfrutar una nueva mañana, ya se hace presente la misericordia de Dios. Él no cambia y sus pactos de amor son eternos e incondicionales. Nuestra percepción muchas veces nos engaña y nos rinde ante nuestras propias miserias. Pensamos que no habrá nuevas opciones y que lo que perdimos hoy no lo recuperaremos nunca más. En el reino de Dios, sus misericordias son NUEVAS.

¿Qué es lo nuevo que necesitas en tu vida? quizá un nuevo proyecto o una nueva amistad. O puede que alguna tristeza te haya quitado la esperanza de disfrutar una vez más de la vida. Hay promesa del Señor en esta palabra. La esencia de Su Persona es así, perdona, restaura y nos devuelve una y otra vez la comunión que nosotros mismos perdemos al darle las espaldas. Desobediencia, consecuencia, confesión, perdón, y un nuevo comienzo: Este ciclo se repitió una y otra vez. Tanto en el Antiguo Testamento como en el nuevo, los grandes hombres de la Biblia, pasaron por esta experiencia. Dios siempre mostró su fidelidad antes y lo hará ahora en tu vida y en la mía. Te preguntarás ¿Por qué Él insiste en bendecirte? ¿Por qué no se cansa? La respuesta no está en lo que tú y yo hayamos llegado a hacer sino en lo que Él ES desde la eternidad. Su misericordia tuvo su punto máximo de expresión en la cruz de Cristo. Todo su amor fue demostrado en la muerte de Su Hijo por quien tenemos nosotros el perdón de los pecados. Esa entrega no cesa porque Dios es Amor y está dispuesto a seguir dándonos una y otra vez cosas nuevas. Somos responsables de administrar en esta Tierra lo que viene desde el cielo para nosotros y ser agradecidos.

Cada mañana nacemos a oportunidades diferentes, así que no seamos inoportunos