El termino identidad es muy utilizado en nuestro lenguaje. Se habla de identidad sexual, de identidad étnica, de identidad genética Etc.Etc. Sin embargo, no es tan fácil entender a qué se refiere. Este concepto incluye dos miradas. La identidad tiene un aspecto personal e individual y otro aspecto social y comunitario. Una persona se define a sí misma por esa relación consigo mismo y con los demás. Tiene necesidad de pertenecer a otros, una familia, un pueblo una totalidad; pero también de diferenciarse del resto. ¿Complejo mecanismo verdad? Aparte de todo esto, la identidad está afectada por la marginación, la crisis en los valores e ideales, los duelos masivos y los traumas.  La necesidad de identificarse con otros y la de diferenciación de esos otros son funciones complementarias. En ese devenir, a veces fallamos y quedamos demasiado “pegados” con lo que el resto dice que debemos ser. Así muchos caen en costumbres, hábitos e ideologías que no son necesariamente propias. Pero…” Todos lo hacen” y tras esa mentirosa generalización, no pueden desprenderse de lo que les hace mal a sí mismos. Una lucha entre ser uno mismo y ser lo que las modas dicen que hay que ser.

Una persona fuerte y segura de sí misma no es vulnerable ante las confusiones y los cambios. Considerando que esto es tan importante, Dios que es un Padre amoroso, se ha ocupado de dejarnos en Su Palabra ciertas directrices para nuestra identidad. Nosotros somos completamente Su hechura. Somos diseñados como una creación exclusiva. Somos creados por Dios, estamos en Cristo Jesús y es el resultado del trabajo de Dios sobre nosotros. Algo así como un ceramista que hace su pieza más perfecta, la piensa, la imagina y luego pone sus manos a la obra y le da forma. Así Dios hizo nuestra identidad. Todo nuestro ADN tiene la marca de Su creación y somos lo que Él diseñó desde la eternidad. Despleguemos lo mejor de nosotros para acercarnos cada vez más a ese potencial que Él puso en cada uno y hagamos la diferencia aun estando con otros y en medio de muchos.

La medida de lo que hacemos corresponde a lo que creemos ser.