Quizás haz sufrido la injusta situación de ser menospreciado por tus raíces, ya sea por tu color de piel, nacionalidad o tu “apellido”; pero la verdad es que eso no hace a tu carácter ni personalidad. Jefté tenía todo en contra pero de todos modos era un hombre esforzado y valeroso.

La sociedad hoy se ver marcada por esta clasificación de personas; tenemos dos problemas: los que creen que son mejores y los que creen que no son nada porque su apellido o condición les hace menos. Pero lo increíble es que cada uno de nosotros somos individuos con potenciales propios, dones y virtudes dadas por Dios, no existen los apellidos para Dios pues Él te llama su hijo. No dejes que te hagan sentir menos por cualquier razón, te lo dice alguien que humanamente no vale mucho, pero en Dios somos extraordinarios. Tómate un café con Dios y mira todo lo que Él ha hecho por ti.

¿Cuál es tu nombre? ¿Eres hijo de Dios? Escribe 4 cosas que sabes hacer.