Creo que nuestros padres nos enseñaron a jugar al filo del precipicio; algunos dicen: “¡deja eso! Cuento hasta  tres: 1… 2…” le perdemos el miedo a lo que nos dice que va a ocurrir si desobedecemos, pensamos que son simples amenazas pero lamentablemente Dios no amenaza, si te dice que vendrá un castigo eso es exactamente lo que va a ocurrir.

Pensamos que porque Dios es amor tiene que tolerar cada capricho nuestro pero con Dios no se juega. Así como reclamas las promesas de Dios también debes temer sus advertencias sobre el pecado. No tienes que sufrir la aflicción, puedes librarte de ellas obedeciendo a Dios. Tómate un tiempo para meditar con una taza de café y busca su presencia.

¿Te va mal? ¿No le crees a Dios?