No siempre la incredulidad es por no conocer a Dios sino por no creerle a Dios, el pueblo de Israel había crecido escuchando las fabulosas historias de cómo Dios había librado al pueblo de la mano de los egipcios, cómo fueron alimentados y cómo se había manifestado Dios en sus vidas pero para esta nueva generación esas eran simplemente cuentos para niños para antes de dormir; ellos decían: “Linda historia, pero nunca he visto a Dios actuar así”. Tenían sus cultos, rituales y sacrificios, celebraban las fiestas y guardaban los días de reposo, toda la religiosidad cumplida, pero no conocían a Jehová.

Puedes vivir dentro de una iglesia, pasar la mayor parte de tu día en el servicio, puedes morir dentro de la iglesia pero tal vez no conozcas a Dios de una forma personal y experimental. Conocerle es permitir que se involucre en cada aspecto de tu vida y puedas ver cómo cambia tu entorno, dejar que obre. Vive a Dios no sirve que sólo sepas de Él, sino que le conozcas en persona; comienza con un café este día.

¿Cómo has visto a Dios en este día? ¿Qué experiencia te recuerda su obrar?