Cuando era chico lo más molesto de ir a la escuela era que me comparen con mi hermano mayor, sentir que todos me veían con un lupa porque él tenía buenas notas y esperaban que yo hiciera lo mismo; era un presión terrible pensar en que debía hacer todo bien porque sino cómo quedaría la reputación de él. Quizás hayas vivido este síndrome de “a la sombra” pues los que son hijos de pastores o líderes siempre viven de una forma porque son observados por el resto.

Algunos hacemos todo bien mientras estamos con nuestros padres o nuestros maestros, vivimos según sus reglas y estándares pero no por convicción. Deberíamos apuntar a alcanzar una relación personal e íntima con Dios, no vivir bajo la sombra de aquellos que nos precedieron, sí seguir su ejemplo, pero cuando ellos no estén poder continuar el camino de Dios.  Conversa con Él y tómate un café con Dios estrechas esta relación.

¿Cómo actuarías si nadie estuviera viéndote? ¿Vives por convicción?