La búsqueda de Dios aparece en “Las crónicas de Narnia”, en “Matrix”, y en “El Señor de los anillos”. Pero también en “Harry Potter” y “La Guerra de las Galaxias”. ¿Cómo funcionan las religiones del “Olimpo” cinematográfico?

Sacrificio: En su lucha por la salvación, el hobbit Frodo, la pequeña Lucy y Harry Potter, encontrarán figuras protectores (faunos, elfos, magos), y al final, el bien siempre triunfa.

Tentación: En Narnia, Edmundo caerá presa de las propuestas de la Bruja Blanca, encarnación del mal. Al igual que el hombre, tendrá la oportunidad de redimirse.

Magia: Al Buss Dunibledore, director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, protege a Harry Potter de magos oscuros.

Bondad: En el Señor de los anillos, Gandalf es el mago blanco que ayuda a Frodo y a Aragon a cumplir con su destino.

Resurrección: El león Aslan, que representaría simbólicamente a Jesús, se sacrifica por los otros y vuelve de la muerte a Narnia.

Obvio que todo esto tiene un fin lucrativo más que didáctico. De hecho, la autora de Harry Potter, además de pertenecer a la iglesia presbiteriana de Escocia, es la mujer más rica del Reino Unido.

Es interesante que hoy se aceptan estos tipos de fábulas, como inofensivas para las mentes de los niños y hasta instructiva. Un vocero del mismo vaticano, opinó que los libros de Harry Potter “ayudan a los niños a ver la diferencia entre el bien y el mal.”

Lo triste, al margen de toda comparación y opinión pública, es que se promueva este tipo de información con un mensaje turbio y hasta maligno, y no se divulgue el mensaje del evangelio puro y sin mancha tal cual Cristo lo vino a transmitir.

Sólo la comprensión y apropiación profunda y completa de esta historia de amor, puede cambiar la vida del niño, del joven y del adulto.

Como guardianes de la verdad, su pueblo debe salir al cruce de estas fábulas que a nada conducen y proclamar el relato sagrado de la Biblia como máximo exponente del pensamiento de Dios para nuestro mundo.

Pensamiento del día:

Las fábulas infantiles, han reemplazado a la verdad más sublime.