Las diversas, indeseables o incomprensibles circunstancias que la vida, a veces nos propone, forman en nuestro carácter, una actitud quejosa.

La persona se compara con otras que aparentemente están sin problemas argumentando que no son como desearían ser o que no tienen lo que otros tienen y este sentimiento de inferioridad les persigue, les alcanza vez tras vez y les aplasta. Dios no te hizo para que soportes tu vida sino para que la disfrutes.

Él no quiere que cargues con el peso de tu existencia sino más bien que te dejes llevar tiernamente por tu Creador y que simplemente te dispongas a disfrutar del viaje.

La mayor decisión de la vida es aquel momento en el cual, el ser humano, cansado de viajar sin rumbo, se topa con el Dios de amor, le invita a subir a su vehículo, pero no para llevarle a pasear, sino que le entrega las llaves y le permite que Él conduzca disponiéndose simplemente a disfrutar del paseo.

Debes saber que, en el momento en que tú naciste, Dios estaba allí como un testigo oculto, sonriendo porque llegaste al mundo.

Él lo planeó así. En realidad, cada niño que nace es la opinión de Dios de que este mundo debe continuar. Dios, en un sentido, no necesitaba crearte pero lo hizo para su deleite y el tuyo.

Existes por Dios y para Dios. Eso es lo que dice el apóstol Pablo en su carta a los Colosenses 1:16: “porque en Él fueron creadas todas las cosas… todo ha sido creado por medio de Él y para Él”. Es por eso, que el primer propósito de tu vida debiera ser agradar a Dios y vivir para complacerlo.

Claro que es un asunto de fe, fe en que Él puede conducir tu vida mejor que tú. Cuando comprendas este secreto de vida, dejarás de existir y comenzarás a vivir, y a vivir a lo grande, porque Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida pero una vida abundante”.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Dios no te hizo para que soportes tu vida sino para que la disfrutes.