Después de la crisis del año 1929, mundialmente el hambre, la falta de trabajo y las miserias se reprodujeron por todo el mundo.

Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y se prolongó durante la década de 1930, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

En mi país, Argentina, se escribe en ese entonces un tango llamado: Al mundo le falta un tornillo. Los autores fueron: José Aguilar Porras y Enrique Cadícamo, lo cantó Gardel por primera vez, allá por 1932. La letra es algo así como un mensaje de protesta ante el hambre y la pobreza que imperaban.

En uno de sus versos dice: “Al mundo le falta un tornillo que venga un mecánico para ver si lo puede arreglar”. Hoy, pleno siglo XXI, no estamos muy lejos de afirmar lo mismo.

A este mundo le falta un tornillo en muchos de sus movimientos. La decadencia moral y espiritual trae aparejadas consecuencias sociales y políticas. Cuando el ser humano se aparta de lo establecido por Dios y corrompe sus leyes, los “Tornillos” comienzan a aflojarse.

La historia de la humanidad es un reflejo de esto. Desde las formas de organización más primitivas hasta las monarquías más complejas, siempre ha ocurrido fracaso cuando no han tenido en cuenta los preceptos de Dios. Si revisas tu historia y la de tu familia quizá puedas trazar líneas ascendentes o descendentes en relación a esto.

No sé el estado en el cual hoy te encuentras, pero centrar el eje de tu corazón, de tu mente y de tu voluntad hacia la dirección de Dios, ordena y ajusta lo que no está bien. MacArthur dijo: “La historia no registra precedente alguno en el cual las naciones sujetas a la decadencia moral, no hayan pasado posteriormente a una decadencia política y económica”.

Cuando nuestras vidas despiertan espiritualmente a la relación y comunión con Dios y cuando lo buscamos en nuestro corazón, superamos la decadencia moral en la que podemos estar inmersos y esto trae bendición en nuestras familias, en nuestras ciudades y en nuestra nación.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes solo necesitan saber a dónde van (José Ingenieros)