Se llamaba Antonio Franco, vivía en el Puerto de San José, en Guatemala.

Hombre de mundo, vicioso, borracho y peleador. Era el azote del puerto, lo llamaban: “El lobo”. Cuando este hombre venía tambaleándose por la calle, alegre, con algunas cervezas y unos tragos en la cabeza, la gente cerraba las puertas y algunas madres decían a sus hijos: “Entren a la casa que ahí viene el lobo.”

Cierto día, un valiente siervo del Señor, se acercó a Antonio Franco y le presentó el mensaje de Salvación en Jesús, Aquel que podía cambiar su vida y salvar su alma. El Espíritu Santo obró poderosamente en este hombre y recibió el perdón y amor de Dios. ¡Qué maravilla! Dios obró un cambio tan poderoso en este hombre similar al producido en el endemoniado de Gadara que relata el evangelio de Lucas capítulo 8.

Antonio Franco, llegó a ser un hombre de paz, de orden y de trabajo. Buen siervo de Jesús, esposo ejemplar, fiel amigo y excelente ciudadano.

Era oficial de la iglesia y predicador laico y el mismo pueblo le había cambiado el nombre. Ahora era: “El cordero del puerto.” Dice la Biblia: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.”

Miles de personas han visto sus vidas transformadas por el poder del evangelio. Desde el gadareno, hasta El lobo del puerto, pasando por quien escribe y tantas otras que experimentaron el poder sobrenatural de Dios por su Espíritu.

Tú, puedes ser otro más que se sume a lista de milagros vivientes rumbo al cielo.

Lo que el mundo propone son parches momentáneos producto de técnicas de auto- ayuda inservibles. Las propuestas externas para solucionar el problema más interno del ser humano: su pecado, nunca servirán.
Sólo una “nueva creación” hecha interiormente por su Espíritu, garantiza la revolución de vida plena. Haz la prueba.

Pensamiento del día:

Lo que el mundo propone son parches momentáneos producto de técnicas de auto- ayuda inservibles.