Al referirse al trascendental hecho de la encarnación del hijo de Dios, Jesucristo, la Biblia deja bien en claro la medida de la entrega, el costo que significó para Él cumplir semejante tarea.

Pasajes como el clásico, de la carta del apóstol San Pablo a los cristianos en Filipos capítulo dos, por ejemplo, manifiestan ese descenso que tuvo lugar exactamente hace 2000 años atrás, y que comenzó en la misma gloria, donde la forma de existencia del Señor era co-igual con el mismísimo Dios Padre, y culminó en “las partes más bajas de la tierra”.

En este descenso detallado peldaño por peldaño, el apóstol declara que Jesús se despojó a sí mismo. El concepto de renuncia, despojarse, vaciarse y darlo todo, fue el ícono que caracterizó la visitación del Mesías a nuestro egoísta mundo.

Me encontré hoy con un pasaje profético que al ser leído en una versión de la Biblia más actual y más exacta, revela una verdad tocante al hecho del vaciamiento de Jesús digno de resaltar. Es aquel famoso pasaje del libro de Daniel 9:26 donde el ángel le revela, con una exactitud cronológica al cansado profeta, datos precisos sobre el futuro de su pueblo hebreo. Allí, refiriéndose a esta primera venida del Salvador a nuestro mundo, leemos así en la Biblia de las Américas: “Y luego, se le quitará la vida al Mesías, (haciendo clara referencia a la cruz), y se quedará sin nada”.

¡Qué belleza de concepto! Colgado entre el cielo y la tierra, humillado, torturado, abandonado por sus íntimos, traicionados y exhausto, El Dios hecho hombre literalmente se quedó sin nada. Sí. Lo último que le quedaba, su propio espíritu ligado a su último aliento de vida, Lo encomendó en las manos de su Padre, y expiró.
Sí Él dio todo por ti ¿por qué dudas tanto al momento de entregarle algo a Él?… Pedimos la experiencia de ser llenos de su Espíritu y al mismo tempo no queremos vaciarnos de nosotros mismos.

Esto así no funciona y no funcionará jamás. En intimidad con Dios expone tus más íntimos anhelos, tus más secretos pecados, tus más fuertes pasiones, y permite que Él los tome. Verás todo tu ser llenarse de Su presencia, y solo así entrarás a la dimensión de vida verdadera. ¡La vida de Dios!

Pensamiento del día:

No esperes que Él te llene, si tú no estás dispuesto aun a vaciarte primero.