El cuarto libro del Antiguo Testamento, en la Biblia, lleva por nombre: “Números”, porque simplemente es un recuento de detalles numéricos concernientes a la peregrinación hebrea en su ruta hacia la prometida tierra de Canaán, hoy Israel.

Límites fronterizos, genealogías, registros, Etc, Etc. llenan las páginas de este libro que narra los anales de la historia judía. En el capítulo siete vas a encontrar un registro de todo lo que ofrendó cada tribu hebrea (eran doce), para el acto solemne de dedicación del altar de reunión.

Jarros de plata, cucharas de oro, platos de plata, becerros, corderos, cabras, ganado y más ganado, con todo el corazón, estos israelitas traían de cada tribu sus ofrendas. No solo se detalla la ofrenda, sino cuánto pesaba cada una.

Pero lo más interesante es que, aunque cada una de las doce tribus trajo exactamente lo mismo, (lo puedes constatar en la lectura), en lugar de mencionar la lista general y la cifra total, Dios quiso que quede detallada (casi al borde de la redundancia o el aburrimiento) el nombre de la persona que ofrendaba y la misma lista, que es repetida doce veces (versículos 84-88). Y no es que los escritores bíblicos no sepan de reglas gramaticales, no.

Es que a Dios le importa más el ofrendante que la ofrenda, y le interesa más lo que traes en tu corazón que lo que traigas en tu bolsillo.
Muchos dan aún su servicio, pero nunca se dan a Él como siervos. Ofrendar no es dar, ES DARME. Debes saber Dios no está sentado en su trono esperando que sus súbditos le rindan pleitesía y lo llenen de dones.

Él no extorsiona, no permite ser adulado o alabado falsamente, no se deja convencer o sobornar. A Él le interesas tú, aún mucho más de lo que Él pueda conseguir de ti.

Dios ama al obrero antes que a su obra. Valora tu esfuerzo más que el resultado, y espera que le ames con el alma, con toda tu mente y con el corazón, antes que con todas tus fuerzas.

Pensamiento del día:

Ofrendar no es dar, ES DARME.