El ¨des-ánimo¨ es una de las causas por las que muchas personas buscan desesperadamente ayuda. Registran, sin saber específicamente el motivo, que ya no sienten la misma motivación que antes para realizar lo que comúnmente les entusiasmaba.

La valentía y la disposición para enfrentar la vida, disminuyen. Poco a poco la rutina, la mediocridad y el sinsentido se apoderan de la experiencia. Ocurre una cierta desconexión con el gozo y con la pasión. Todo entra en un mismo plano de sentimientos, semejante a una luz que se va apagando o una llama que pierde la fuerza y la propiedad de iluminar. La oscuridad crece y la tristeza tiñe hasta los momentos más trascendentes.

Hacer frente a la vida como nos viene dada, no siempre resulta fácil. Somos vulnerables. Ocurren situaciones que desgastan nuestro ánimo. Pero estos aspectos difíciles también nos pertenecen y debemos recibirlos. Cierto es, que en toda situación sea cual fuere, existe algo del orden de la posibilidad.

Quizá mínima, ínfima, pero posibilidad al fin. Aquel que enfrenta la vida con el ánimo anclado en el poder de Dios, sufre los cimbronazos propios de las inestabilidades, pero nutre sus fuerzas en el Espíritu. La verdad de que Él nos sostiene es sobrenatural y experimentarla alimenta nuestro espíritu y orienta nuestra Fe.

Cuando Dios creó al hombre sopló en él, ¨ánimo de vida¨. Ese mismo aliento, sigue teniendo poder porque Dios Es poder y pone a nuestra disposición ese recurso siempre. Tomar nuestro sustento de Aquel que sustenta todas las cosas, nos hace más fuertes, más optimistas y más serenos ante lo que no sale bien o se frustra. El ánimo de vivir, va de la mano de la confianza en Dios. Ir a Él como nuestra fuente, nos convierte en manantiales, aun en la adversidad.

PARA PENSAR :

Las decepciones van y vienen, pero el desánimo es una opción que tú mismo haces.
Charles Stanley.