Las suegras son objeto de chistes y bromas en más de un encuentro de amigos o amigas. Uno de los temores de toda madre es pensar en ser ¨suegra¨ y cuando llega el momento de serlo, sufre un duelo importante, al tener que reconocer que otro amor ocupa desde ahora el corazón de su hijo.

Pero es parte de la vida y de los movimientos personales aceptar, soltar y adaptarse a nuevas situaciones. La Biblia relata la historia de una suegra muy particular. Su nombre fue Noemi y sus nueras Orfa y Rut. La vida nos les había presentado un camino fácil. En pocos años las tres habían perdido a sus maridos. Es por eso que Noemi decide volver a su tierra natal y le da la noticia a sus nueras de que se iría.

Ante esto una de ellas decide seguirla y acompañarla, pero la otra decide regresar a la casa de su hermana. Da la espalda a Noemí y a su cuñada y se despide sin dar vuelta atrás. Desde este momento las historias se separan y nada las vuelva a encontrar en el futuro.

Esto nos deja una lección importante ante las cosas que mueren en nuestras vidas y aquellas que debemos dejar atrás. Reconocer finales y separaciones es signo de madurez. Entender que hay personas y circunstancias que ya no pueden seguir formando parte de nuestro presente es sabio. No luches por retener para ti aquello que Dios en su soberanía quiere quitarte.

Seguramente Él tiene algo mejor para presentarte. Un nuevo proyecto, una nueva relación, una nueva promesa. Recuerda también que cuando te encuentras con Jesús y su Verdad, Él renueva tu vida. En esa renovación es necesario dejar atrás lo que no se identifica con tu nueva relación con Él ¿A qué o a quién deberías decir adiós?

Pensamiento :

Algunos finales son felices, otros también son necesarios.