Conocer a Dios es conocerse a uno mismo. Conocerse a uno mismo da vergüenza. Pero al mismo tiempo que me deprime mi pecado, me emociona y me deslumbra Su gracia, porque cuando abunda el pecado sobreabunda la gracia. Es difícil explicarlo. Tenés que vivirlo. Experimentarlo.

El mayor obstáculo para que Dios cumpla Su plan en mi vida soy yo mismo. Principalmente el desánimo ante mis constantes caídas. Entonces aparece en escena la gran mentira de Satanás: “Tú nunca podrás lograrlo. Desiste. Abandona”. Debemos recordar (o quizás saber), que él es un fracasado, y quiere que todos fracasen con él.

Que él es un condenado y quiere que todos acaben su existencia (o la comiencen, mejor dicho), en condenación con él. O tal vez, más que tu vergüenza y frustración sea tu orgullo que te sigue convenciendo que solo puedes mejorar. ¡No! Ni lo uno ni lo otro. No te dejes engañar. Abandona tu suficiencia y pídele perdón a Dios y deja que Él cambie tu lamento en baile, tu vergüenza en gloria a su Nombre. No hay pecado tan bajo que Él no pueda perdonar.

La puerta de acceso al Reino de Dios es lo suficientemente ancha como para que entre el pecador con el pecado más vergonzoso, pero es baja, porque todos la debemos atravesar agachados y sin orgullo. ¡Piénsalo!

Llegar a comprender el secreto de la magnitud de Su Gracia, es la lección más cara de la vida. El mismo Pablo oraba para que esto fuera una realidad en todos nosotros: “Para disfrutar de libertad En él, necesitamos fe.

Cuando por fe te acercas a Dios no te desanimas a causa de lo que sufres. Yo me arrodillo delante del Padre, y le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que… puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento.

Entonces Dios podrá hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros.” (Efesios 3, paráfrasis del autor)

Pensamiento del día:

Tanto me has amado a pesar de mí.