Hay cosas que tardan en curarse. Los que sufren de diabetes, por ejemplo, tienen un problema con las lastimaduras. Por el nivel elevado de azúcar en la sangre, les cuesta más que cicatricen. La sangre coagula más lenta y toda herida tarda más tiempo en cerrarse. Las heridas del corazón tardan más tiempo todavía. Un desengaño, una traición, un insulto, un desplante, una falla, no deja marcas en la piel, pero deja el alma triste y muchas veces rencorosa, y cuesta mucho cerrar esa herida. Pero hay una herida que es más compleja.

Es la lastimadura que nos hacemos por ser rebeldes contra Dios. Es cierto que nuestra rebeldía le hace doler el corazón a Dios y que nuestros pecados lo ofenden y lastiman. También es verdad que ofendemos y defraudamos a otros, pero el efecto negativo del pecado es triplemente malo.

Afecta nuestra relación con Dios, porque lo ofende, a otros porque confiaron en nosotros y los defraudamos, y también nos afecta a nosotros. Nuestra rebeldía siempre nos deja heridas. El pecado siempre tiene consecuencias. Israel sabía muy bien de esto. Conocía los efectos terribles de la rebeldía contra Dios. Exilio, tortura, hambre, guerras, esclavitud; eran las secuelas más visibles del resultado de su rebeldía.

Pero seguramente, estas cosas no te afectan a ti hoy. Sin embargo, la rebeldía sigue dejando marcas en tu vida. No creas que vayas a ser la excepción. Y Dios vuelve a exclamar con su voz de amor: “Quiero curar tus heridas. Voy a sanar tus lastimaduras”. Su método es el mejor método: ¡Él sana con su amor! Es cierto, Dios nos ama a pesar de lo que somos. Dios nos ama, aún como somos. Dios nos ama sabiendo nuestros errores. Y porque nos ama, quiere curarnos.

Déjalo a Dios que cure tu alma lastimada, dale la posibilidad de sanar tu corazón rebelde, deja que el amor de Dios arregle lo que está roto y te dé una nueva posibilidad. No lo merecemos, pero podemos disfrutarlo. Dios sigue siendo el mejor Médico y quien cura con la mejor medicina: Su amor infinito.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

La rebeldía deja huellas.