Tres de los evangelios narran aquella escena al otro lado del lago de Galilea, en la región de Gadara donde Jesús realizó uno de sus milagros más impactantes. El desembarco de la comitiva de Jesús y, al instante, el encuentro con un hombre semi desnudo, poseído de demonios y viviendo marginado de la sociedad.
Luego del encuentro personal con Jesús, todo cambia y encontramos al mismo hombre, sentado, vestido y en su cabal juicio. Este relato termina con la victoria del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte, de lo sano sobre lo enfermo, pero hay una nota triste en el contexto del milagro que, creo, se repite a diario aún en nuestros días. Lo podemos leer en el mismo relato según lo narra Marcos 5: “Entonces la gente comenzó a pedirle a Jesús que se fuera de esa región”.

¿Notaste la actitud de aquellos vecinos? Este hombre endemoniado había sido un problema constante para el pueblo. Le habían atado con cadenas y candados para que no moleste más y ahora que Jesús le había liberado de su tormento y también a toda la región, ellos le expulsan de sus contornos, valla uno a saber porqué.
Pero creo adivinar por qué, porque de alguna manera todos eran esclavos del mismo amo: Satanás, sólo que este hombre lo evidenciaba más que el resto. La presencia de Jesús, entonces, arrojaba luz sobre todo un pueblo en tinieblas.

Querido amigo, tú eres testigo a diario de vidas transformadas por el poder del evangelio, no alejes a Dios de tu vida.
Hace 2000 años Él desembarcó en las playas de tu vida para decirte y demostrarte cuánto te ama. Claro que su luz dejará en evidencia tu pecado pero no para condenarte sino para borrarlos y salvarte.
Que no se repita en tu vida la tragedia de Gadara que los aparentemente libres siguieron esclavos y el evidentemente esclavo fue hecho libre. Acepta a Jesús, es el único que puede romper tus cadenas para siempre.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

“LA ENFERMEDAD DEL IGNORANTE ES IGNORAR SU PROPIA IGNORANCIA.”Amos Bronson Alcott