Hablar del flagelo más grande de la humanidad que haya alterado y modificado substancialmente la vida de las personas en estos últimos años es, sin lugar a duda, hablar del SIDA. Síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

Este virus se ha infiltrado en nuestra sociedad moderna denunciando a gritos que las conductas depravadas del ser humano tienen sus consecuencias. ¿Se originó en África, en la sangre de algunos simios en convivencia con humanos y se transmitió así al resto de la especie?… No sabemos. ¿Es producto de la unión homosexual y por eso se le denominó al comienzo “La peste rosa?”… ¿Lo crearon en laboratorio para luego lucrar con su cura? Sería terrible pensar en eso. Pero lo cierto es que aquí está, implantado en el seno de la sociedad y del mundo. Acabando con millones de vidas por año partiendo desde sectores empobrecidos y con bajas normas de higiene como lo es el continente africano. ¿Castigo de Dios?, más bien es consecuencia del pecado.

Dice el apóstol Pablo en la epístola a los Gálatas, en la Biblia: “No os engañéis, Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” El hombre y la mujer piensan que son dueños de sus actos y que no tendrá implicancia ninguna lo que hagan de sus vidas arbitrariamente sin tener en cuenta a Dios, pero Él dice: “Acuérdate de joven de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los años malos en los que digas, ya no tengo en ellos contentamiento.”

La Biblia dice que hay otro virus peor que contagia al hombre y la mujer desde que nace y es el pecado. Ha infectado esta raza desde que nuestros padres desobedecieron en Edén y además, por la práctica, lo ejercemos a diario, demostrando que no sólo pecamos porque somos pecadores sino que también somos pecadores porque pecamos. La cura está a tu alcance, porque Dios te la alcanzó hace 2000 años en la persona de Cristo en la cruz, sino estaría muy lejos. Pero ahora, por Su sangre, hemos sido hechos cercanos para la salvación.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los años malos en los que digas, ya no tengo en ellos contentamiento.”