La carrera había iniciado ya hacía varias vueltas. 37 competidores quedaban en la pista. Algunos ya habían abandonado. La escudería británica encabezaba el grupo. Y llegó la vuelta final. El piloto sabía que iba primero. Su corazón latía cada vez más fuerte imaginando el momento de cruzar la meta. Aplausos, vítores, el podio, el trofeo… Llegó. Efectivamente fue el primero. Pero… ¿Y el podio? ¿Y la gente? ¿El cartel de llegada?… (Silencio)… (Nadie)… (Todo vacío). ¡Todo fue una farsa! Los organizadores huyeron con el dinero de las entradas. Detrás del piloto británico llegó el segundo competidor, el tercero, el cuarto, el resto. Todos con el mismo rostro de desconcierto, de incertidumbre, de traición. ¿Volverían a correr? ¿Seguirían confiando en sus managers?… Tú me dirás, Pablo ¿esto en verdad ocurrió? ¿Cuándo? ¿Dónde? Sí. Ocurrió y seguirá ocurriendo.

Siempre. En todo lugar. Cada vez que el ser humano se lanza en un nuevo proyecto de vida, corre con la misma incertidumbre de saber si al final de la carrera obtendrá el premio que le prometieron.

Tal vez por tal motivo ya se está quitando de los votos maritales tradicionales la típica frase “hasta que la muerte los separe”. Mejor no lo diga, no sea cosa que… No sé… Tal vez… Por si acaso. Quizás por tal motivo se debe firmar ante escribano público toda transacción comercial. No sea cosa que no se cumpla la palabra. O tal vez también por esa misma duda a la traición con que todo ser humano corre en la vida, ya no se acostumbren los casamientos “con papeles”. Mejor la unión libre. Si la cosa no funciona, cada quien toma sus cachivaches y aquí no pasó nada, ¿verdad? O también, por tal motivo, hoy ningún banco te otorga un préstamo si mediación de un garante. No sea cosa que el fulano desaparezca con el dinero. Pregunto: ¿Cómo vivir así? ¿Cómo animarse a encarar un nuevo proyecto cuando no tengo garantía de nada ni nadie?… Así estamos. Por eso no dormimos. De ahí nuestro estrés.

Sólo Jesús te ofrece, te cumple, te anima, y te espera del otro lado para darte tu corona. Lo demostró en la cruz. ¿Qué más necesitas?

Pensamiento del día:

Cada vez que te lanzas en otro proyecto, corres con la misma incertidumbre de saber si al final de la carrera obtendrás el premio que te prometieron.