Si repasas la vida de Jesús narrada en los evangelios te encontrarás con reiteradas oportunidades donde Él señaló que obraba en perfecta armonía con la cronología divina, de acuerdo siempre al tiempo de su Dios, Quien le envió. Desde el primer milagro en las bodas de Canaá de Galilea relatado por Juan encontramos dicha actitud: “Su madre le dice: No tienen vino y Él respondió: ¿qué tienes con migo mujer? Aún no ha llegado mi hora.” (San Juan 2:3-4) Puedes hacer un rápido recorrido en situaciones similares si lees el capítulo 7:6, 8, 30, y 33. La enseñanza principal que se deduce de este hecho es la necesidad imperiosa de aprender a caminar en la vida de la mano de Dios. Nuestra tendencia natural es siempre ir adelante por ansiosos, o detrás por distraídos. Y esto viene desde la infancia, donde tuvimos que aprender a interpretar los tirones de la fuerte mano de papá que nos obligaban a caminar al paso de él.

Hoy, esos tirones son duros golpes, fracasos y frustraciones, pero por el mismo motivo: No ceder a Su paso. Este estilo de vida desacorde con los tiempos de Dios, a la larga estresa, agota, desanima y cansa. Por eso Él dijo que si estamos cansados y cargados, debe ser porque no andamos a Su paso como el buey que aprendió a llevar el yugo al paso del buey más experimentado. (Mateo 11:28-30) Nuestra sociedad nos dice que si no te apuras, si no corres con ellos en su desenfrenado estilo de vida disuelto (1° Pedro 4:4), pasas a la historia, te quedas fuera del sistema, eres un retrasado. Pero debes saber que cuando esperamos en Dios no perdemos el tiempo y cuando corremos delante de Él no lo ganamos.

Luchamos con Dios por cosas que queremos ya, ahora. Muchas veces Dios nos concede esas cosas porque agotamos su paciencia. Pero luego nos damos cuenta de que nos perdimos una bendición mayor por no saber esperar. Los discípulos apuraban al Señor para que sane a Lázaro, pero Él no quería sanar un enfermo sino resucitar a un muerto. ¿Dónde hay más gloria para Dios?… Nunca olvides, muchas veces las demoras de Dios son la antesala de un milagro mayor.

Pensamiento del día:

Cuando esperamos en Dios no perdemos el tiempo y cuando corremos delante de Él no lo ganamos.