En esta etapa de tiempo que transcurre ante nuestros ojos, nos estamos acostumbrando a observar la metamorfosis de la familia tradicional que se transforma, dramáticamente, en nuevos modelos “adaptables” a las tendencias actuales como el matrimonio igualitario, Etc. Así como nosotros nos quejábamos cuando mamá nos echaba alcohol en una herida y nos defendíamos, también hoy, esta sección de la población que sostiene una postura diferente a los modelos preestablecidos por nuestras constituciones, (mayoritariamente regulados por la Santa Biblia) reacciona ante la crítica y la opinión pública al respecto y se queja, exigiendo igualdad de derechos e inserción en la sociedad. ¡No a la discriminación!, objetan. ¿Cuál debiera ser nuestra actitud ante esta oleada de moralidad relativa que estamos presenciando?… No voy hacerte perder el tiempo exponiendo “mi opinión” al respecto, porque puede estar sujeta a errores, por el simple hecho de ser humano, con nuestra crónica tendencia a errar al blanco.

Deseo que veamos juntos lo que Dios opina en Su palabra.  Y antes de exponerlo quiero decirte que también Dios está a favor de la “no discriminación”. Basta considerar este sagrado texto en 2° Pedro 3:9. Dos verdades se desprenden, primero que Él ama tanto a todos que espera con paciencia para salvar a todos los hombres. Los ama ¡A TODOS!, tal como son, con sus aciertos y errores, sus virtudes y sus defectos, aún con el corazón cargado de rencor hacia Dios, hacia la vida y hacia personas. Pero está también implícita una segunda verdad, y la necesidad que todos tenemos de arrepentirnos de nuestros pecados como condición indispensable para comprender y aceptar ese regalo de amor que se ofrece desde el cielo  cada habitante de  esta tierra. Dios,  en su soberanía, escogió el modelo de familia constituida por un hombre y una mujer y su descendencia. En este molde se forjan los hombres y mujeres del mañana. Escoger otro camino es abrir una herida en nuestra vida y en la de aquellos que la compartan. Tienes dos opciones dejar que Dios te la sane o quejarte cuando Él te echa el alcohol de Su Palabra.

Pensamiento del día:

Cuando dejo de vivir regulado por los preceptos divinos, dejo de vivir.