Al considerar uno de los pasajes clásicos de la Biblia, como lo es Romanos 8:35, salta a nuestra una aparente incongruencia. ¿Cómo es posible que este hombre declare con tanta seguridad que nada nos podrá separar del amor de Dios? Las situaciones mencionadas aquí son circunstancias en verdad extremas, todas ellas fuentes potenciales de angustia. Angustia de alma, mente y corazón. Es que somos tentados a pensar que la providencia divina depende de mi estado de ánimo, de mi condición espiritual, o de mi “nivel de santidad”. Concebir así a Dios es concebir una religión por obras y no una relación de gracia. En el fondo creemos que es nuestra actividad la que mantiene viva nuestra relación con Dios. Pablo no está hablando aquí del amor que yo tengo por Dios sino del amor que Él tiene por mí. La reacción de muchos cristianos que se encuentran en pruebas es creer que Dios los ha abandonado. Pablo nos dice que no hay cosa creada ni experiencia vivida que pueda hacer cesar el amor de Dios por nosotros. Podremos sentir que Él no está en tiempos de angustia, pero ¿quién de nosotros tiene sentimientos que nos dicen la verdad?…

Aquí, la verdad central, es que el amor de Dios por nosotros es insistente, incansable y perseverante, y  en esa premisa debe descansar tu fe. Qué diferente si Pablo hubiese preguntado: ¿Quién nos podrá separar del amor que tenemos por Dios?… No alcanzaría esta página para enlistar las ocasiones en que le negamos, defraudamos, ignoramos y traicionamos. Pero ¡gloria sea a Dios! que “aunque nosotros fuéremos infieles Él permanece fiel”. ¿Por qué tan alto compromiso de parte de Dios con nuestras experiencias más miserables? Porque antes de ser un compromiso con mis emociones es un compromiso con su Hijo, Jesús. De ahí el corolario de este texto: “el amor de Dios es EN CRISTO JESÚS”. Todo aquel que no está “en Cristo” se encuentra expuesto  a las consecuencias más nefastas producto de experiencias angustiantes que de hecho le vendrán.

Pensamiento del día:

¿Quién de nosotros tiene sentimientos que nos dicen la verdad?